
(Texto de la presentación durante el 2º Seminario Internacional de Reflexión y Análisis “…Planeta Tierra: Movimientos Antisistémicos…” en CIDECI – Unitierra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 2 de enero del 2012)
Carlos Marentes
Me gustaría empezar con un saludo fraternal a las zapatistas y a los zapatistas de Chiapas y del mundo. Y con este saludo fraternal, expresar también las más sinceras felicitaciones a las bases de apoyo y al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el 18 aniversario del levantamiento zapatista en contra de la injusticia y el olvido. Al EZLN le decimos que 18 años después, su lucha y su resistencia siguen siendo el acto más poderoso de inspiración a nuestras luchas y al fortalecimiento de la certeza de que allá, en el horizonte, está la salida a este sistema opresivo y de explotación.
En El Paso, Texas, cruzando Ciudad Juárez, Chihuahua, se encuentra el Centro de los Trabajadores Fronterizos, donde se lleva a cabo un trabajo que tiene dos lados. Por un lado, se apoya a los trabajadores agrícolas de esa región fronteriza a resolver los efectos de opresión, discriminación y pobreza que padecen en sus sitios de trabajo y en sus comunidades de origen. Y por el otro lado, se intenta organizarlos para que reconozcan sus intereses de clase y puedan actuar colectivamente para intentar cambiar las causas de esa opresión, discriminación y pobreza, a través del Proyecto de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos.
El esfuerzo se centra en los miles de trabajadores agrícolas migrantes que laboran en los campos agrícolas de Nuevo México y Texas, en las cosechas de chile, cebolla, nuez y otros cultivos. Estos trabajadores y trabajadoras reciben salarios tan bajos, a pesar del trabajo tan agobiante que llevan a cabo, que actualmente son los más pobres de los pobres en los Estados Unidos.(1)
Pero además, sufren todo tipo de problemas así como la negación a derechos y beneficios de los cuales sí gozan otros sectores de la fuerza laboral norteamericana. A pesar de la enorme contribución a la prosperidad de la agricultura de la región fronteriza, en el caso de la cosecha de chile del sur de Nuevo México son quienes levantan una cosecha con un valor de casi 60 millones de dólares, no se benefician de esa prosperidad. El promedio de ganancia de la agricultura ha sido de 667 millones de dólares, sobre los últimos ocho años, pero tres de cada cinco trabajadores del campo no tienen un lugar donde vivir, así que la mayoría son clasificados como “homeless”, como gente sin techo. Además, no tienen acceso a servicios de salud y sus hijos no pueden darse el lujo de soñar en una educación.
Para complicar su situación, en los últimos tiempos se ha incrementado la mecanización de la producción agrícola y la utilización de nuevas tecnologías provocándose un fuerte y creciente desempleo. La consecuencia es una competencia doble que beneficia a la industria. Los trabajadores compiten entre ellos mismos por los trabajos disponibles pero además, aquellos que consiguen esos trabajos, compiten con las máquinas. El resultado: Más bajos salarios, un empeoramiento de las condiciones de trabajo en los campos y la intensificación del trabajo a niveles cada vez más inhumanos.
La respuesta ha sido la organización de los trabajadores agrícolas fronterizos para las acciones colectivas en contra de esta situación de opresión y tan altos niveles de explotación.
El esfuerzo para organizar a estos trabajadores se inició formalmente en febrero de 1983 y en todos estos años, se han perdido y se han ganado batallas. Muy recientemente, a principios del mes de diciembre pasado, se ganó una demanda en contra del estado de Nuevo México, por la exclusión de la mano de obra de los campos y los ranchos, del sistema estatal de seguro de compensación de trabajo, que protege en caso de accidentes o enfermedades laborales.
Así mismo, se han obtenido aumentos de los salarios a través de los paros de labores, lo cual es significativo si tomamos en cuenta que los trabajadores agrícolas no tienen el derecho a organizarse, a los derechos de negociación colectiva, como el resto de la clase trabajadora norteamericana. Precisamente, esta falta del derecho a la organización ha sido la principal causa de las batallas perdidas en los campos de Nuevo México y el oeste de Texas.(2)
Desde hace tiempo, en el Proyecto de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos se reconocieron los límites de la lucha gremial y de la necesidad de saber claramente cuales son las fuerzas en contra de las cuales se lucha. Se reconoció que al mismo tiempo de que se llevaban las luchas reivindicativas inmediatas, se tenía que ir más allá. Fue así como se analizó ese poder de opresión y explotación que se tiene que combatir para pasar de lidiar solamente con los efectos y poder enfrentar las causas.
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Esa fuerza que los trabajadores agrícolas enfrentan es el proceso de producción y consumo de la agricultura comercial-industrial que es uno de los más terribles rasgos del capitalismo salvaje. Este proceso de producción y consumo, con sus millares de millones de dólares de ganancias y su impacto tan destructivo y opresivo contra la vida humana y la naturaleza, es la columna vertebral de la crisis multidimensional del sistema: el hambre, el cambio climático, la migración forzada e involuntaria, la creciente brecha entre el poder urbano y la comunidad rural, etc., que hoy en día, sin lugar a dudas, son la más grande amenaza a la humanidad.
Los cuatro rasgos más claros del modelo de producción y de consumo de la agricultura comercial-industrial, son:
1. El aspecto central de este proceso productivo es la explotación de los trabajadores agrícolas migrantes. Estos trabajadores agrícolas migrantes son los campesinos arruinados que tienen que abandonar su tierra para cruzar la frontera, desesperadamente, para trabajar en los campos agrícolas de los Estados Unidos. Paradójicamente, una buena parte de los productos agrícolas y alimenticios que van a producir, serán importados o “dompeados” a su propio país para arruinar más economías campesinas y provocar más desplazamiento y migración.
2. La producción masiva a gran escala para cumplir con el mandato de las leyes del mercado para lograr la “competitividad”, lo cual se convierte además en una ofensiva en contra de la producción campesina y el consiguiente desplazamiento de los campesinos, la producción local y familiar y la bancarrota moral y económica de las comunidades rurales.
3. La constante expansión de esta forma de producción que provoca un terrible impacto a la naturaleza, particularmente al suelo y al agua, que además provoca una concentración de la tierra por medio del acaparamiento y el despojo. Se trata entonces, de un proceso productivo que también intensifica la explotación de los recursos naturales.
4. El objetivo de este modo de producción de la agricultura comercial-industrial no es el de satisfacer la más vital de todas las necesidades humanas: La alimentación. La comida es lo que nos mantiene vivos, saludables y felices y nos ayuda a mantener nuestra humanidad. La comida es un elemento sagrado porque es un regalo de la Madre Tierra. Es nuestro origen, nuestra historia y nuestra cultura. Pero bajo este sistema, la comida solamente es una mercancía, un producto comercial que genera ganancias. No se trata de satisfacer las necesidades alimenticias de la población y de abatir el hambre. La necesidad alimenticia y el hambre son precisamente el negocio. Esto explica porque tenemos mil millones de personas que sufren hambre en el mundo.
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Con el tiempo, hemos entendido que la lucha gremial, la confrontación directa contra los grandes agricultores y los agronegocios, era importante y necesaria y tiene que ser permanente, pero que así nunca se lograrán cambios más profundos y, que además, un movimiento solo los pueda lograr. Fue así como en 2004, el Proyecto de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos se incorporó a La Vía Campesina para incluir su lucha a las luchas por la soberanía alimentaria, a la lucha por empujar desde abajo la alternativa al modelo de la agricultura comercial-industrial.
Con el tiempo además, a la vez que se construyen los procesos de la soberanía alimentaria, se reconoce que esta es una batalla en contra del sistema que demanda la construcción de aliados con otros movimientos que también luchan contra el sistema, de coordinaciones a todos los niveles, de intercambios de tácticas y experiencias de luchas y resistencias.
También se ha platicado durante algún tiempo sobre algunas consideraciones necesarias para la lucha para cambiar el sistema. Se tiene que tocar, entonces, la cuestión económica, más precisamente la base económica del sistema. En este sentido se entiende que hay que abordar la crisis sistémica. Es claro que el sistema no se va a derrumbar solo porque hay una crisis económica, por más profunda que ésta sea. Y se entiende así por que mientras haya plusvalía, mientras no pare la acumulación de capital, pensando en los capitalistas en su conjunto, éstos encuentran las forma del protegerlo y de hacerle los ajustes necesarios para su recomposición. Por eso escuchamos cada vez con más insistencia la convocatoria a un supuesto capitalismo verde, que no es más que un nuevo engaño.
Ahora vemos que hay una separación del capital financiero del capital productivo. Nos recordaba el compañero Jean Robert, en su presentación de “La potencia de los pobres”, esa entrada en El Capital donde el capitalismo, la sociedad capitalista se nos presenta como un montón de mercancías. Pues bien, en la actualidad hay tres veces más dinero que mercancías.(3)
De hecho, la importancia del movimiento “occupy” radica en que, por primera vez, la indignación de las masas se lanzó en contra de Wall Street, es decir en contra del capital financiero que si bien no es el corazón del sistema capitalista, sí es su cerebro. Es ese perverso poder que ha tejido una gran alianza con el capital productivo, o sean las corporaciones transnacionales, con los estados y las oligarquías nacionales para proteger al sistema y sostener la rentabilidad para la acumulación.
La preponderancia del capital financiero bajo este esquema, sirve para explicarnos el funcionamiento cada vez más brutal y destructivo del sistema. Pero además, nos confirma que la fuente de la riqueza en manos de esa clase capitalista, que los movimientos de “occupy” llaman el uno por ciento, sigue siendo la capacidad productiva del ser humano y la naturaleza.
Entonces, la lucha antisistema debe de encargarse de dos cuestiones claves del capitalismo si efectivamente se busca un cambio verdadero: El trabajo asalariado y el control de los medios de producción.
Tocante a la primera de las dos cuestiones, es importante recordar lo que Marx y Engels escribieron en el frío diciembre de 1847:
“La condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos particulares, la formación y el acrecentamiento del capital. La condición de existencia del capital es el trabajo asalariado…”(4)
El control de los medios de producción es en estos momentos no solamente lo que puede decidir la sobrevivencia o la anulación del trabajo asalariado, sino que además, la continua destrucción ambiental, la amenaza que se cierne sobre el planeta Tierra, tendrá su desenlace en el hecho de quién controla los medios de producción.
Es tiempo de que los movimientos antisistémicos deberían considerar seriamente si acaso la disputa en contra del trabajo asalariado y por el control de los medios de producción, principalmente la tierra y los recursos naturales, debería ser una parte medular de la lucha anticapitalista.
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(1) Los trabajadores del campo y los ranchos de Nuevo México ganan en promedio entre $6,000 y $7,000 (dólares) anuales y de acuerdo al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos los trabajadores agrícolas son “los más pobres de todos los todos los trabajadores pobres”. Datos y cita tomada de la decisión legal adoptada por una corte de Nuevo México, en la demanda contra la exclusión de los trabajadores del campo y los ranchos de los beneficios del sistema estatal de compensación de trabajo en caso de accidente o muerte en el trabajo, a fines del año pasado. Opinion and Order, Second Judicial District Court, County of Bernalillo, New Mexico, December 9, 2011.
(2) La ley Nacional de Relaciones Laborales (NLRA) también conocida como la Ley Warner (Warner Act) fue aprobada en 1935 para darle a los trabajadores norteamericanos el derecho a negociar colectivamente los salarios, las horas de trabajo y otros términos y condiciones de empleo. Aunque dicha ley supuestamente aplicaba para “los empleados” en general, la ley misma y las reformas siguientes excluyeron específicamente a varios sectores de la fuerza laboral incluyendo a los trabajadores agrícolas, domésticos y públicos. Véase un interesante informe en esta dirección: Americans at Work
(3) ¿Cuánto dinero especulativo se está moviendo alrededor del mundo? De acuerdo con los análisis de Mitsubishi UFJ Securities, el tamaño de la “economía real” global, en la cual bienes y servicios son producidos e intercambiados, se estima en $48.1 trillones…Por otra parte, el tamaño de la “economía financiera” global, la suma total de las acciones, títulos y depósitos, asciende a $151.8 trillones. De modo que la economía financiera se ha inflado tres veces el tamaño de la economía real, creciendo especialmente rápido durante las dos décadas pasadas.
La cita anterior aperece en “La crisis que se despliega y la relevancia de Marx” de István Mészáros.
(4) Manifiesto del Partido Comunista. Obras Escogidas de C. Marx y F. Engels. Editorial Progreso.
BUENAS NOCHES SR. MI PREGUNTA ES MI PAPA DEJO SU MICA EN EL AÑO 1960 Y SU NOMBRE NO APARECE EN LA LISTA DE LAS PERSONAS QUE SE VERAN BENEFICIADAS CON APOYO ECONOMICO QUE PODEMOS HACER.ESPERO SU RESPUESTA GRACIAS.
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